“Me gusta tener algunas obras cerca”

Yuna Ogino

"Las calles de esta ciudad no tienen nombre”, escribe Roland Barthes en El imperio de los signos. Si bien existe una dirección escrita, agrega, esta tiene un valor postal, se refiere a un catastro, más claro para el cartero que para el visitante común. Las calles de Tokio tampoco tienen número, y aunque Google Maps resuelve el misterio, es Marisa Shimamoto1, fotógrafa de este proyecto, quien nos conduce hasta las puertas de los entrevistados.

Me pasa a buscar por el café AOI unos minutos antes de las 13h y vamos juntas en su auto hasta la casa de Yuna Ogino2 (1982). El asunto del estacionamiento en esta ciudad merece un capítulo aparte, sólo diré que dejamos el vehículo en el parking de un supermercado cercano y que no fuimos las únicas.

Yuna vive junto con su hija Mii en el barrio de Ōta, una zona ubicada a treinta minutos de la mega transitada estación de Shibuya y bastante cerca del aeropuerto internacional de Haneda. Pocos meses atrás rediseñó completamente el departamento junto al arquitecto Jun Yonekawa3. La cocina, el living y la habitación ahora forman un solo espacio. Para ello se demolieron algunas paredes y se eliminó el tradicional tatami que cubría el piso. Se uniformó visualmente la sala con dos recursos sencillos: el uso del color marrón y de pocos materiales.

Aunque lejanas, aún conserva algunas reminiscencias de la arquitectura tradicional japonesa, tanto en la elección de la madera como en el manejo de la luz, que ingresa al espacio filtrada ya no a través del papel de arroz (como en las puertas Shōji), sino tamizada por cortinas blancas y vidrios esmerilados. Sigue siendo un espacio despojado, pero ahora es muy contemporáneo; incluso los tirajes y algunos caños están a la vista.

D.—¿Hace cuánto que vivís en este barrio?

Y.—Desde siempre, crecí acá. Mi familia vive en la zona y la escuela de mi hija está cerca también.

D.—La primera vez que vine a Japón me llamó la atención ver a los niños moverse solos por la calle, ¿tu hija va sola al colegio?

Y.—Sí, es super seguro, ella va y vuelve caminando sola. Lo hace desde que va a primer grado.

Yuna me habla en japonés, pero entiende muchas de las preguntas que le hago en inglés y a veces se anima a responderme en ese idioma. Es super amable y tiene una actitud relajada. Los audios de la entrevista están llenos de silencios, que a veces se ocupan sólo con nuestras risas.

Además del libro de Colecciones de Artistas, traigo conmigo de regalo una vela que compré en la tienda IDLB en Buenos Aires.

D.—Vi una foto de tu casa en Instagram y me pareció que te iba a gustar.

Y.—¡Sí! Me encanta —dice con sorpresa —sólo que no creo que pueda prenderla acá adentro ja ja.

D.—No la uses, es un objeto decorativo.

M.—Sólo prendela si tenés una emergencia ja ja —agrega Marisa, que tiene la doble tarea de hacer el registro fotográfico y ayudarnos con la traducción.

En un sector de la casa cercano al ingreso reconozco la primera obra…

D.—Esta pintura es tuya ¿no?

Y.—Sí, son birthday flowers —responde en el inglés tímido que habla la mayoría de los japoneses.

M.— ¿Ustedes tienen algo así en Argentina? —pregunta Marisa frente a mi cara de intriga.

D.—No, creo que no.

M.—Por ejemplo, a enero le corresponde determinada planta, a febrero otra… y así.

Y.—Esta de la izquierda es la flor de mi hija y esta otra es la mía. Yo nací en septiembre y mi flor es la rosa de Siria (Hibiscus syriacus), mi hija nació en julio y su flor es el Lisianthus. Vas a encontrar muchas versiones según el mes, pero yo elegí las flores que quería pintar.

D.—Ah, entiendo, son ustedes dos. Y acompañando la pintura pusiste este arreglo floral, ¿es una suerte de ikebana? —la que arriesga tímidamente soy yo ahora.

Y.—Sí —responde entre risas.

En la casa contemporánea japonesa ya no existe el tokonoma5, que antiguamente albergaba una pintura o una caligrafía y un arreglo floral, pero este espacio sin duda tiene algo de ese espíritu.

Desde la antigüedad, los japoneses dieron gran importancia a la naturaleza y a los cambios de las estaciones. La mundialmente famosa temporada de cerezos en flor, o sakura6, es tal vez el evento cultural y económico más importante del año y señala el inicio de la primavera. Japón es el único lugar en el mundo en donde los medios de comunicación registran diariamente el avance de la floración, siguiendo su evolución por el archipiélago hacia el norte. Algunas agencias meteorológicas toman referencias de 1.000 ubicaciones en distintas ciudades del país.

Tan solo unos días después del tan esperado momento del hanami (observación de las flores) y del picnic en la plaza, llega la lluvia de pétalos llamada hana fubuki (nevada de flores) y los parques explotan de gente otra vez. “A partir de una flor, los japoneses pasan de la exaltación romántica a la honda melancolía en una semana” escribe Julián Varsavsky, y agrega: “No es al abrirse cuando la flor alcanza su máxima belleza —como se lo vería en Occidente—, sino al marchitarse.”7

Y.—Hice esta pintura con flores pensando específicamente en este sector de la casa —nos cuenta mientras su mano recorre el marco de la puerta corrediza que se parece al canto de un bastidor, pero de madera. Deslizando la puerta nos señala que el dibujo de sus vetas, acompaña el diseño general del mueble.

En la sala hay poquísimos objetos y algunas plantas. Nos llama la atención una plantita aérea, que cuelga sobre la cocina, y entonces Yuna se entrega a la demostración y la riega con un rociador.

D.—¿Es amigo tuyo el arquitecto?

Y.—Sí, vive entre las ciudades de Tokio y París. Diseñó algunas pastelerías famosas en Francia, con estilo francés.

En un rincón de la cocina vemos la segunda obra: la caja de un casette que contiene una pequeña pintura adentro.

Y.—My collection.

D.—¿De quién es esta obra?

Y.—Masayuki Oku (1992)8 —responde chequeando el nombre que figura dentro de la caja.

D.— ¿La compraste?

Y.—Sí, la pagué 10 000 yenes (75 dólares).

D.— ¿Cómo lo conociste?

Y.—Fui a una exposición en una galería, en donde mostraba mi asistente, y él también estaba exponiendo en la sala.

D.—¿Trabajás con una asistente de obra?

Y.—Sí, ella me ayuda a preparar las telas, los fondos. De hecho, tengo esta obra suya —dice señalando otra esquina de la cocina. Se llama Hidemi Takaku8.

D.—Me van a tener que ayudar y anotar todos esos nombres más tarde.

Y.—Mirá, este es su Instagram @hidemi__q3

D.—¿Durante cuánto tiempo fue tu asistente?

Y.—Trabajamos juntas por tres años.

D.—¿Fue estudiante tuya?, ¿o cómo se conocieron?

Y.— La conozco desde hace muchos años. Yo le daba clases de pintura cuando ella era pequeña.

D.—¿Esta obra la compraste o fue un regalo?

Y.— La compré, era muy económica, unos 3 000 yenes (22 dólares)

D.—¿Tenés más obras en el sector de la cocina?

Y.—Creo que no.

Mientras Marisa está ocupada con su doble trabajo, busco con la vista más obras. Lo primero que veo en la puerta del baño es una pequeña ventanita romboidal con una flor que hizo Yuna en la técnica de vitraux. Cada rincón de la casa parece diseñado como si fuera una pintura. Armando una composición, que dudo sea casual, el perímetro del living está lleno de pequeñas pinturas sobre papel que dibujan un friso vegetal sobre el suelo. Flores, manchas, muchos colores contrastan con el color oscuro de la madera.

D.—¿Normalmente esto está así o los pusiste para nosotras?

Y.—Tengo más en general.

D.—Te gusta verlas, digamos.

Y—Son obras que están en proceso.

D.—Ah, es verdad, tienen aún la cinta de enmascarar en los bordes. ¿Están ordenadas por color o me parece a mí? Van de los marrones, a los rosas, a los violetas…

Y.—No lo planeé así —dice entre risas —pero supongo que es inconsciente.

D.—Me encanta el piso, nunca vi algo igual en Japón.

Y.—Gracias. Es un parquet que se llama herringbone, por esa forma que tiene de puntas.

M.—Sí, es muy poco común acá.

D.—Tenés como un lugar de almacenamiento en el suelo, un compartimento secreto. ¿Qué guardas ahí?

Y.—Nada, venía con la casa, antes había un tatami en el piso. Y las casas tradicionales tenían estos espacios de guardado para poner los almohadones, debajo del tatami.

A menos de 2 metros, nos muestra otro espacio secreto del living. Detrás de una persiana de madera que se mimetiza con el resto de las paredes, está su cama empotrada en un nicho a la medida.

D.—¿En esta mesa pintás también?

Y.—Sí, a veces uso este espacio para trabajar.

D.—¿Tu hija pinta con vos? Tiene 9 años, ¿no? ¿Cómo se llama?

Y.—Tiene 10 años, sí, se llama Mii. De momento ella no tiene interés en pintar, prefiere estudiar.

Apoyadas en el suelo, contra la ventana del balcón, hay algunas obras más que nos esperan dispuestas allí cuando llegamos al departamento.

D.—Contame un poco de estas obras que preparaste acá, este dibujo con dos mujeres, por ejemplo.

Y.—Es una obra de una amiga, se llama Arisa Odawara10. De hecho, esta es la primera obra que tuve. La pagué 10.000 yenes (75 dólares). La compré en una pequeña galería que había en otro barrio en el que vivía antes.

D.—¿Cuándo comienza tu colección más o menos?

Y.—Uy, yo estaba en mis veintes…

D.—Hace veinte años atrás entonces…más o menos. Yo tengo 41 ahora —les digo haciendo referencia a que las tres tenemos la misma edad.

M.—Yo, 42.

Y.—Ayer justo fue mi cumpleaños, cumplí 40.

D.—¡¿Ayer?! Ah, qué sorpresa ¡Feliz cumpleaños! ¿La pasaste bien?

Y.—Sí —responde con una sonrisa.

D.—¿Te gusta convivir con las obras de otros artistas?

Y.—La verdad es que no soy muy consciente de eso. Creo que le presto más atención a mis propias obras dentro de mi casa. Ahora que estoy en un momento en el que estoy satisfecha con mi propio trabajo, me gusta tener algunas obras cerca.

D.—Si pudieras comprar obra de cualquier artista ¿de quién comprarías?

Yuna se entusiasma con la pregunta imaginaria y empieza a hacer listas mentales con una gran sonrisa.

Y. —Yoshitomo Nara (1959-)11 —responde casi sin pensarlo. Creo que Nara no necesita presentación. Es famoso además, por los precios millonarios que alcanzan sus pinturas en las principales subastas del mundo.12

D.—Ni siquiera podemos soñar con una litografía suya. Sin embargo, por lo que vi en estos días, podríamos conformarnos con algún offset print, (copias numeradas) que se pueden comprar por precios más amigables.

A finales de 2017 el artista inauguró N's YARD13, un espacio privado dedicado al arte contemporáneo (incluida su obra), en Aoki, Prefectura de Tochigi. Ubicado en un entorno natural, incluye un gran jardín con una amplia variedad de árboles y flores nativas14 como se detalla en el sitio web. Esta iniciativa “nació del deseo de Yoshitomo Nara de establecer un lugar en Japón donde sus obras pudieran disfrutarse en un ambiente más informal y personal (...) Además de una diversa selección de obras, pinturas, dibujos y obras tridimensionales de Nara, las cinco salas de exhibición contienen exposiciones curadas personalmente por Nara, incluida su colección de discos, muñecas y piezas de otros artistas”.

Me llama la atención que uno de los artistas más cotizados (y reproducidos) de la escena contemporánea, decida crear su propio espacio con una tienda dedicada a la venta de pósters, firmados por N´s Yard, a precios accesibles y al alcance de todos (14 dólares). Luego también existen algunos ejemplares offset print como “Sorry, couldn’t draw the left eye!” (2003) de 50 x 70 cm que se consigue por 50 000 yenes (390 dólares) en una pequeña galería en el barrio de Ginza, y la serie completa de once estampas con el sello N´s Yard aparece incluso en algunas casas de subastas conocidas por una base de 800 dólares.

Otra cosa que me llama la atención es que en Japón, el precio de las obras de arte está a la vista de todos, no hace falta preguntarle a un humano o mandar un mail a la galería, como ocurre en Argentina. Las listas de obras en las exposiciones de galerías siempre incluyen sus precios.

Y.—Me parece caro igual. También me gusta mucho la obra de la pintora inglesa Jenny Saville (1970-)15, no sé si para convivir con una obra, pero la respeto mucho como artista.

D.—¿Tenés amigos artistas que coleccionan arte también? ¿Es una práctica habitual?

Y.—Algunos pocos, diría, no me parece tan habitual.

D.—¿Considerás que tenés una colección de arte?

Y.—Sí, también dudo un poco, pero tengo algunas obras que estoy segura de que son parte de mi colección y me gustaría tener más piezas de ese tipo, como la de la artista Sumiko Iwaoka (1982)12.

D.—En general las colecciones de los artistas son más bien orgánicas, hablan de la comunidad del arte, de las historias personales de cada uno, de los afectos. No hay un programa lógico, ni un guión, ni un plan. Me encanta esta obra de Sumiko, debe ser la pieza más importante de tu colección también. ¿La compraste?

Y.—Sí, la compré.

D.—¿Ella te compró una obra también?

Y.—No, o no aún al menos —responde riendo.

D.—¿Cómo se conocieron?

Y.—En la universidad, pero nos conocimos después de graduarnos, a través de una amiga. En esta obra, de un lado recorta una lámina de una pintura de un famoso artista japonés y del otro lado, reposiciona la figura en un paisaje pintado al óleo. Los caminos que recorren ambas escenas son similares.

D.—Esta obra de Sumiko me hace pensar un poco en Nara también. Recientemente, nuestra amiga en común Mami Goda, mostró un libro de su serie In the Floating World17, en la que Nara trabaja sobre las imágenes de los famosos Ukiyo-e (xilograbados del Período del Edo) volviéndolos parte de su obra. Por ejemplo, el rojísimo monte Fuji de Katsushika Hokusai (1760-1849) es transformado por Nara en una montaña nevada por la que desciende esquiando una de sus personajes, mientras un muñeco de nieve la espera en la base. En su charla, Mami lo relacionaba con el concepto de “paisaje prestado”, tomado de la arquitectura japonesa. Contaba que, en las casas tradicionales se utiliza el paisaje exterior como un recurso más, se lo “toma prestado” y se lo incorpora al interior a través de las aberturas. De alguna manera puedo asociar esto con lo que hace Sumiko, ella en cambio lo que “toma prestado” de la historia del arte es la figura humana (o animal) y la reposiciona en una nueva escena de la vida cotidiana, de otro tiempo.

Y.—Ah, sí, entiendo.

D.—¿Sabés si ella usa siempre pinturas japonesas como base para recortar las figuras?

Y.—No siempre, de hecho, hay muchas que son occidentales.

D.—¿Cómo se llama el artista japonés que pintó la parte izquierda de la obra?

Y.—Chū Asai (1856-1907)18. La obra de Sumiko se llama “Las dos personas de la obra “Landscape of Grez-sur-Loing” de Chū Asai están ahora visitando la exposición en 21_21 Design Sight19 en Roppongi”.

La primera vez que el pintor japonés visitó Francia tenía 44 años, y quedó fascinado con Grez, un pueblo histórico en el río Loing, cerca de París, en donde existió una colonia de artistas. Chū Asai estudió en la Escuela Técnica de Bellas Artes (Kobu Bijutsu Gakko), la primera escuela de arte fundada por el gobierno Meiji. Allí se formó con el artista italiano Antonio Fontanesi (1818-1882) durante su breve estancia en Japón, recibiendo una profunda educación en arte occidental.

East meets West. Este es un momento interesante en la historia del arte japonés. A fines del siglo XIX y principios del XX, Chū Asai fue pionero del movimiento artístico llamado Yōga ("estilo de pintura occidental"). El término Yōga fue acuñado en el Período Meiji y se refiere al estilo de las pinturas de artistas japoneses hechas de acuerdo con las convenciones, técnicas y materiales occidentales; se lo usa para distinguir a estas pinturas de las tradicionales japonesas o Nihonga16. Este estilo supuso la modernización de la pintura japonesa y la entrada al país nipón de las técnicas pictóricas europeas.

D.—Tu amiga Sumiko está trabajando además con distintos momentos históricos, toma a los personajes del pasado y los reposiciona en el presente.

Y.—No estoy segura de que sean necesariamente del pasado, pero sí ambas imágenes son muy reconocibles para el espectador.

D.—Por ejemplo, vi una obra en donde la “figura prestada” aparece en una tienda de Uniqlo, o comprando papel higiénico en el supermercado, con bastante humor (The man from “The Four Elements: Air”, by Joachim Beuckelaer, is going shopping at UNIQLO, 2020 o The woman from “Farm Girl”, by Alfred Roll, is purchasing rolls of toilet paper at the supermarket, 2020).

Y.—Claro, sí. Recuerdo otra en la que el personaje está esperando el tren en una estación.

Dispuestas en el suelo, apoyadas sobre la ventana que da al balcón hay algunas obras más.

D.—Contame un poco de esta otra pintura, ¿es una panza?

Y.—Fue un regalo de mi amiga Chihiro Ogawa21, es un dibujo de la pancita de mi hija cuando tenía tres años más o menos. Fuimos compañeras de universidad también.

D.—¿Y este moño increíble? —pregunto mientras sostengo una caja con un objeto artesanal precioso adentro.

Y.—Es para el pelo, se usa en la fiesta Shichi-go-san.

M.—Es una tradición en Japón, una celebración para los niños, cuando tienen tres, cinco y siete años. Shichi-go-san significa literalmente eso: “tres, cinco, siete”. Tres y siete son para las niñas y cinco para los niños. Se visita el templo, las niñas visten kimono, es para celebrar su crecimiento y para pedir por su salud.

D.—¿Es algo religioso?

M.—Estoy segura de que en su origen debe haber sido algo más religioso, pero ahora es más como un ritual, o como un cumpleaños. Algunos, de hecho, solo se sacan las fotos, pero no van al templo.

D.—¿El de Mii fue en un templo sintoísta o budista?

Y.—Shinto. Cuando mi hija tenía tres años, se lo encargué a una amiga artista que trabaja habitualmente con estos materiales en su obra, con cuerdas, cintas. La artista se llama Sato Sugamoto22 —nos cuenta mientras la busca en el celular para mostrarnos su obra.

D.—¿Ella hace normalmente este tipo de cosas por encargo o lo hizo porque se lo pediste vos?

Y.—Bueno ella solía trabajar para Tokio Disneyland haciendo vestuarios para Minnie y Mickey Mouse y tomaba trabajos por encargo también.

D.—No puedo dejar de pensar en esta celebración de la que no sé nada, ¿la gente normalmente alquila un kimono o lo compra?

M.—Bueno, hay de todo, algunos alquilan, otros compran y algunos tienen un kimono de su familia, el que usaron cuando eran chicos, o uno heredado.

D.—¿Vos qué hiciste, Yuna?

Y.—Lo alquilé —responde entre risas. Tengo un álbum de fotos, ahora las traigo.

Cuando abre el álbum y vemos a una mini Mii de tres años vistiendo mini kimono con mini carterita morimos de ternura. ¡Kawaii!

D.—Ah, me imaginé que el moño iba ubicado atrás, tipo en una colita, no adelante. En Japón todo funciona al revés de lo que imagino, siempre. ¿Y a los niños les gusta, se divierten?

Y.—La primera mitad tal vez sí, después ya se quieren ir a casa ja ja.

Nos quedamos un rato viendo el álbum de fotos y haciendo todo tipo de exclamaciones de sorpresa y ternura. Hago algunas preguntas más sobre esta ceremonia porque me fascina, pero no los quiero aburrir.

D.—Gracias por mostrarnos el álbum.

Nos faltó ver tres obras que hay en el hall de entrada sobre unos estantes casi vacíos. De un lado, unos marcos apilados que alguien le regaló y aún no encuentran destino y, del otro, distintos pares de calzados negros y pantuflas color beige. Todo en perfecto orden y armonía de colores.

D.—Contame un poco sobre este banquete.

Y.—Es de Asuka Takamatsu (1984)23, una artista que toma escenas de distintas películas. Ella pinta con acrílico, siempre en esta misma paleta de azules, grises, violetas. Antes la tenía en el living porque es la escena de una comida, pero después de la renovación del departamento la puse en este sector.

D.—Me gusta mucho su obra. ¿Y esta casa que está ubicada al lado?

Y.—Me la regaló una amiga para mi casamiento. Es una casa que parece deshabitada, ¿no? Es de Shika24.

La damos vuelta para ver la etiqueta y la técnica de la obra, y descubrimos que ya tiene unos doce años. Me fascina el cordón anudado que se utiliza para colgar los cuadros en Japón. La línea arremolinada de la tercera obra del hall de entrada genera un pequeño debate sobre qué representa. Es la obra de un exprofesor de la universidad, su sensei como se dice acá.

Y.—Se llama Hirotoshi Sakaguchi (1949-)25. Cuando él se retiró hizo un libro de sus trabajos que traía adentro algunas reproducciones. Yo tomé esta y la enmarqué.

D.—Me llama la atención que en Japón existen muchas galerías en donde solo se exhiben y venden objetos de cerámica —digo señalando un pequeño jarrón que está al lado de las tres obras y entonces decidimos incluirlo.

Y.—La ceramista que lo hizo se llama Ayaka Terajima (1987)26.

D.—Hagamos unas fotos con el objeto en tus manos.

Y.—Tengo también este bol que es de la colección de mi hija, lo compré en Singapur. También está este frasco con piedras que coleccionaba cuando yo era chica.

D.—¿Son de Japón?

Y.—Sí, son de la isla de Hokkaido.

Después de ver casi todos los rincones de la casa, nos sentamos a la mesa a charlar un poco y a comer unas galletitas que traje de regalo. No son dulces tradicionales japoneses, los compré en la sede tokiota de la icónica tienda neoyorkina Dean & Deluca, pero están inspiradas en los grandes hits del universo nipón: la flor de sakura, el Fuji-san y el pino. Yuna acerca un plato de cerámica irregular marrón que elige especialmente y acomoda las galletitas. Mientras planeamos la foto obligada, la artista nos muestra las distintas intensidades de luz que puede operar desde su celular luego de la reforma de su casa. Hay una determinada luz que usa para pintar, por ejemplo, hay otras opciones más cálidas, más intensas o algunas tenues también.

Y.—¡Kawaii! —exclama con voz de niña cuando terminamos.

D.— Kawaii es una palabra que usan mucho ¿no?

Y.—Si, ja ja.

Mientras vemos el libro de pinturas de Yuna, me cuentan sobre un evento de arte que se realizará en los próximos días, el Roppongi Art Night27, en el barrio de Roppongi, donde se concentran varias instalaciones comerciales y culturales. Encabezando el festival de este año está la mega estrella el arte contemporáneo Takashi Murakami (1962)28, y el lema es 'Magical Adventure' acompañado por el personaje de Doraemon.

D.—¿Este libro lo editaste vos?

Y.—Sí, tuve el apoyo de un fondo también —dice mientras busca el dato en su celular y a los pocos segundos se escucha la grabación de una voz de mujer (tipo contestador automático) que dice: 'Japanese agency for cultural affairs'. Risas.

D.—Esta obra me gusta mucho, es muy grande, ¿no?

Y.—Sí, enorme. Me interesó trabajar sobre la liberación femenina.

D.—¿Vos das clases de pintura en la universidad?

Y.—Sí, solía dar, pero hace unos diez años atrás.

D.—¿Y por qué dejaste?

Y.—Bueno, era un contrato de tres años ja ja. Ahora doy clases en forma privada para adultos, niños y personas con algún tipo de discapacidad, en un lugar cerca de mi casa, acá en el barrio.

D.—Leí en una entrevista que tu papá fue profesor de arte.

Y.—Sí, era profesor de arte en nivel secundario.

D.—Leí también que vos empezaste a pintar a los 6 años.

Y.—Es cierto, sí. No sabía que estaba en inglés esa nota.

D.—Tal vez no lo está, pero Google lo traduce por mí ja ja. Me interesaba preguntarlo porque en el libro de Colecciones de artistas, Laura Ojeda Bär cuenta que viene de una familia de escritores e intelectuales y en un momento agrega: “me crié en una casa en donde no había nada colgado en las paredes”. Entonces me preguntaba qué imágenes tendrías vos en tu casa con un padre que era profesor de arte.

Y.—No había arte colgando en las paredes, pero sí había muchos materiales artísticos, él siempre dibujaba, pintaba. En las paredes de mi casa no había nada, solo un reloj.

D.—Escuché que en las casas japonesas solo hay un calendario y un reloj colgando de las paredes.

Y.—Sí, sí, sí, el calendario ja ja.

D.—Ayer fui al Parque Ueno porque quería conocer la universidad en la que estudiaste, la Universidad de las Artes de Tokio (Geidai)29. ¡Muy impresionante! Como obviamente no te dejan entrar, estuve viendo su página web. Me llamó la atención un video institucional del ex director tocando el violín. Me encantó cuando dice que se interesó por el instrumento cuando tenía 3 o 4 años porque su madre le leía el cuento “Los tres chanchitos”. ¿Para vos fue difícil entrar a estudiar ahí?

Y.—Sí, es muy difícil el ingreso. Entra uno de cada cuarenta postulantes. Tuve que prepararme mucho, no fue algo fácil o natural.

D.—Viendo las carreras que ofrece la universidad y las orientaciones que se pueden cursar30, me preguntaba: ¿por qué elegiste pintura al óleo en lugar de Nihonga, pintura tradicional japonesa?

Y.—Me gusta la pintura tradicional japonesa, pero lo que no me gusta es el proceso de trabajo que implica, tenés que quedarte con lo que hiciste, no podés cambiarlo. En la pintura al óleo, en cambio, podes cambiar lo que estás haciendo, y para lo que yo quería hacer necesitaba eso.

D.—¿Crees que el Nihonga es algo del pasado?

Y.—No creo que sea algo del pasado, hay un montón de artistas contemporáneos que trabajan con esas técnicas.

D.—Me preguntaba quién elegía esa orientación y vi que entre los egresados famosos de la universidad está Takashi Murakami, y que él estudió pintura tradicional.

Y.—La comunidad Nihonga es bastante tradicional y yo no quería ser parte de eso tampoco. Pero hay algunos artistas contemporáneos que salen de ese círculo conservador y que están trabajando en el campo. Pero, por ejemplo, los profesores de Murakami ya no lo consideran un pintor Nihonga.

D.—¿Te gusta su obra?

Sonríe y sus gestos dan a entender que no.

Y.—No me gusta su obra, pero sí me gusta la forma en la que piensa.

D.—En algunas entrevistas mencionas que tu trabajo se inspira en la práctica del Ikebana y los jardines japoneses. Contame más sobre eso.

Y.—Inicialmente yo pintaba flores contenidas, bouquets de bodas, armando una composición bonita. Pero después empecé a cuestionarme algunas cosas que tienen que ver con la libertad de las mujeres y esos ramos empezaron a desarmarse. Con el tiempo me di cuenta que ya no tienen que ser perfectos, controlados, organizados.

Ikebana o kadō significa “camino de las flores” y, al igual que el resto de las artes del , se trata de un largo camino de realización, de introspección y autoconocimiento. Podemos encontrar sus raíces en las prácticas ceremoniales de la religión nativa sintoísta y más tarde en la tradición de las ofrendas florales del budismo. Pensemos entonces que estos primeros arreglos florales fueron hechos por sacerdotes, pero hacia el siglo XV, la práctica del ikebana se secularizó. El diseño de la casa japonesa en este período refleja esta transición. Las casas nuevas se construyen con un nicho especial llamado tokonoma, el altar estético que contenía un pergamino enrollado y un arreglo floral, y esta elección revelaba el estilo del habitante de esa casa.

En 1927, Sōfū Teshigahara (1900–1979)31, el hijo mayor de un maestro de Ikebana, se desvía de la tradición que aprende desde niño y funda la escuela Sōgetsu32, llevando la práctica al nivel de la escultura. Desde la década del 50 sus obras se exhiben en museos y galerías dentro y fuera de Japón.

D.—Cuando investigaba sobre Ikebana, me crucé con una muestra de la artista francesa Camille Henrot en la galería Kamel Mennour33 que se llamó “Is it possible to be a revolutionary and like flowers?” (2012).

Y.—Ah, wow, lo voy a anotar.

D.—Para esta exposición, ella trabajó durante dos años convirtiendo cada libro de su biblioteca en un arreglo floral. Lo traje porque, al menos en occidente, podemos imaginar que se trata de una práctica del pasado, pero hay muchos artistas interesantes trabajando en el borde de esa tradición. Me resultan desconcertantes las obras del maestro Yukio Nakagawa (1918-)34 y sus fotografías de claveles chorreando desangrados se exhiben, por ejemplo, en la Fundación Cartier para el arte contemporáneo en París.

>> Cuando vi esta pintura tuya con una mujer flotando rodeada de flores, me hizo acordar a Ofelia, el personaje de William Shakespeare —digo señalando otra obra de su libro.

Y.—Sí, fue la intención, aunque no recibo tanto esa devolución acá en Japón, tal vez tenga que ver con nuestra educación artística, que como vos decís es diferente entre Oriente y Occidente. Pero también pienso que no necesariamente tiene que ser Ofelia. Lo que yo buscaba era crear una imagen de una mujer que no cayera en los estereotipos y categorías de “frágil”, “delicada”, que necesite ser “protegida”. Lo mismo pasa con las flores, la gente tiende a asociarlas con lo femenino, bello, frágil, pero yo trato de cambiar esa imagen y que la mujer se vuelva fuerte.

D.—Trabajaste también con diseñadores textiles, de moda ¿no? ¿Cómo fue esa experiencia?

Y.—Yo trabajo en el mundo de la pintura desde siempre, entonces trabajar con gente de otros campos me parece interesante e inspirador. El mundo del arte y el mercado del arte en Japón es muy chico, entonces trabajar en otros campos abre más puertas y llegás a más gente.

D.—¿Creés que los artistas en Japón pueden vivir de su obra?

Y.—Hasta hace tres años atrás yo no podía vivir solo de la venta de obras, pero en los últimos tres años empecé a vender más, probablemente debido a Instagram. También empecé a pintar más figura humana, y eso atrajo a más compradores hombres de alguna manera. Cuando hacía flores, me compraban más mujeres. Los coleccionistas me presentaron a otros coleccionistas y así empecé a vender más y ahora puedo vivir de la venta.

D.—También debe tener que ver que estás trabajando con una galería muy importante como es la famosa Galería de Arte Mizuma35.

Y.—Sí, nos conocemos desde hace algunos años, pero recién hace tres que me sumé a la galería.

D.—Eso debe tener que ver también, ¿no?

Y.—Sí, la galería me brindó muchas oportunidades para exponer y creo que han tenido una gran influencia en mi obra de arte a lo largo del tiempo.

D.—Veo en Instagram que cada vez que terminás una obra, la publicás.

Y.—Sí, la galería lo respeta. Ahora que trabajo con la galería me puedo enfocar más en mi trabajo y ellos se ocupan de las ventas y de lo operativo.

D.—Vos trabajás en un espacio que se llama Art Factory36, contame un poco sobre ese lugar. Vi que hay más de treinta artistas y diseñadores trabajando ahí, me pregunto si son como una comunidad o cada uno hace su trabajo y vuelve a casa.

Y.—Hay amigos entre los que trabajan ahí, yo soy más de las que va a trabajar, cumple un horario y vuelve a casa ja ja. Yo me sumé hace poco igual, sé que antes de la pandemia había más encuentros, barbecues, pero no me tocó vivirlo porque me sumé después.

D.—Entiendo que el proyecto está vinculado a un hotel que se llama Toyoco Inn Co., Ltd. ¿Este tipo de vínculo es habitual en Japón?

Y.—La empresa tenía este edificio de depósitos enorme y se les ocurrió hacer este espacio para que los artistas trabajen.

D.—¿Y pagan una renta?

Y.—Sí, pero se paga un precio bajo. Hay talleres de distintos tamaños, con distintos precios.

D.—En Argentina hay algunos espacios que prestan talleres a los artistas y estos pagan con obra. Una vez al año le dan una obra al dueño, por ejemplo.

Esto que les cuento les parece lo más raro del mundo. Nunca lo escucharon y abren grande los ojos.

Y.—Yo prefiero pagar con dinero y no trabajar para pagar la renta.

Cuando terminamos la entrevista Yuna se ofrece a llevarme a conocer su taller. Media hora en auto después, y más cerca del aeropuerto de Haneda, llegamos a Art Factory en el área de Jonanjima. Una recepcionista me busca en la lista de invitados y me entrega una credencial de visitante.

D.—¿Cuántas veces a la semana venís a trabajar?

Y.—Vengo de lunes a viernes de 10 a 17h, hago “horario de oficina”, digamos.

El edificio remodelado, que funcionaba anteriormente como depósito, se encuentra en una zona industrial rodeado de galpones. Además de talleres para artistas de distintos tamaños y zonas de uso común, tiene varios espacios enormes para exposiciones de entrada libre y gratuita. Me sorprende una muestra permanente de una artista japonesa muy famosa, Kimiyo Mishima (1932-)37, de 90 años. Reúne un conjunto de instalaciones y obras bastante impresionantes realizadas entre 1984 y 2014.

Hay muy pocos artistas en el lugar ese día, todo está perfectamente ordenado y hay un silencio absoluto. Visitamos el espacio de trabajo de Yuna en donde hay algunas telas más grandes en proceso que no entrarían en su casa. El mismo carrito de tres pisos con rueditas, que encontramos en su living, tiene su doble aquí rodeado de trípodes, luces, y materiales de pintura. Noto que muchos artistas dejan sus tarjetas personales, algo fundamental en Japón, en la puerta de cada estudio. Trabajando en un taller vecino nos cruzamos con la artista Manami Hayasaki (1980)38 que gentilmente improvisa un studio visit para nosotras. Recorremos con Yuna el lugar hasta llegar a la terraza en donde nos hacemos una foto juntas mientras vemos pasar los aviones. Ya son las 17h y es momento de regresar a casa. Yuna me acerca en su auto hasta alguna estación de tren que me devuelve al área central de Tokio junto a miles de trabajadores, que viajan también en absoluto silencio.

Entrevista: Daniela Varone
Fotografías: Marisa Shimamoto



NOTAS AL PIE

1Marisa Shimamoto: https://www.marisashimamoto.com/
2Yuna Ogino: https://www.yuna-ogino.com y @yuna_ogino_
3Jun Yonekawa: @mondunique
4Enero: es tradición colocar en las casas durante la víspera del Año Nuevo un pino a cada lado de la puerta de entrada. Las hojas del pino son perennes, resisten el calor y el frío, y se mantiene fresco durante las cuatro estaciones. Como además es muy longevo, se le atribuye el significado de “prosperidad inmutable para siempre”. Por esto, el pino es el elegido del mes de enero.
5El tokonoma es un espacio esencial de una sala de tatami, un área separada en una esquina de la habitación, reservada como un espacio artístico en miniatura. Con los cambios sutiles de las estaciones, las decoraciones del tokonoma también cambian. Los rollos colgantes muestran una pintura o la interpretación de un famoso calígrafo de un poema tradicional, apropiado para la estación. Un arreglo de ikebana captura en miniatura un paisaje con flores y plantas de esa estación, a menudo el mismo paisaje, que es el tema de la pintura o el poema en el pergamino colgante. Otras decoraciones pueden incluir una antigüedad atesorada o una pintura enmarcada que descansa en el piso del tokonoma.
6Floración de sakura: https://www.japantimes.co.jp/news/2023/03/23/national/cherry-blossom-forecasting/
7Julían Varsavsky, Japón desde una cápsula. Adriana Hidalgo editora, 2019.
8Masayuki Oku: https://www.okuart.com/
9Hidemi Takaku: https://suiran8art.base.ec/
10Arisa Odawara: @arisaodawara
11Yoshitomo Nara: https://www.yoshitomonara.org/en/
12Precios de Yoshitomo Nara en subastas: https://www.myartbroker.com/artist-yoshitomo-nara/record-prices/yoshitomo-nara-record-prices
13N´s Yard: https://www.nsyard.com/en/about/
14El jardín de N´s Yard: “El jardín conserva los árboles autóctonos de la zona así como vegetación de temporada. En primavera, los visitantes pueden disfrutar de varias plantas con flores, incluidas tres variedades de sakura. El verano trae una maravillosa vegetación, junto con flores como la japonesa spiraea y Hydrangea involucrata. Los lirios de rayos dorados crecen silvestres alrededor de julio y agosto, mientras que de septiembre a octubre traen las flores y el aroma del fragante olivo. De otoño a invierno, los visitantes pueden ver las hojas rojas y amarillas de varias variedades de arce japonés”. https://www.nsyard.com/en/about/yard/
15Jenny Saville: https://gagosian.com/artists/jenny-saville/
16Sumiko Iwaoka: en su website www.sumikoiwaoka.com escribe “En mis obras recientes, mi interés se ha volcado hacia el mundo que se hace visible cuando superpones la belleza universal de las obras maestras con la vida cotidiana”.
17Libro: Ukiyo, Yoshitomo Nara. Publicado por Masaku Takei (Little More), 1999.
18Chu Asai: https://www.artizon.museum/en/collection/category/detail/252
1921_21 Design Sight es un museo dedicado al diseño, fundado en 2007 por el arquitecto Tadao Ando (1941-), el diseñador Issey Miyake(1938-2022) www.2121designsight.jp. Está ubicado en una zona llamada Tokyo Midtown, centro de la cultura del diseño en Japón, impulsada por el 21_21 Design Sight, el Suntory Museum of Art y el Tokyo Midtown Design Hub. Cerca se encuentra el Centro Nacional de Arte de Tokio, el Museo de Arte Mori, el complejo temático de diseño AXIS, TOTO Gallery-MA y varias oficinas de diseño.
20Las pinturas Nihonga se realizan sobre washi (papel japonés) o seda. Estás, inicialmente fueron producidas para colgar en rollos que se desplazaban con la mano o en biombos. En el caso de las pinturas monocromas se utiliza sumi (tinta china) a base de hollín mezclado con una cola de espina de pescado. En las pinturas policromas, los pigmentos se obtienen a partir de ingredientes naturales: minerales, conchas, corales, y algunas piedras semipreciosas (malaquita, azurita y cinabrio). Para estos pigmentos en polvo se utiliza una solución de cola de piel, llamada nikawa, como agente aglutinante.
21Chihiro Ogawa: www.ogawachihiro.com
22Sato Sugamoto: www.sato-sugamoto.com
23Asuka Takamatsu: http://takamatsu-works.blogspot.com/
24Shika: www.shikartworks.com
25Hirotoshi Sakaguchi: https://www.gallery-58.com/exhibition/2022_exhibitions/2022_sakaguchi/
26Ayaka Terajima: https://ayakaterajima.myportfolio.com/work
27Roppongi Art Night: https://www.roppongiartnight.com/2022/en/
28Takashi Murakami: https://gagosian.com/artists/takashi-murakami/
29Universidad de las Artes de Tokio: https://www.geidai.ac.jp/english/
30 Pinturas Yōga y Nihonga: En 1876, gobierno Meiji creó la Kobu Bijutsu Gakko (Escuela Técnica de Bellas Artes), primera escuela de arte de Japón dedicada al Yōga —el estilo de pintura de artistas japoneses hecho de acuerdo con las convenciones, técnicas y materiales occidentales (europeas)—. Para llevar adelante esta misión, contrataron como profesores a algunos artistas italianos, entre ellos Antonio Fontanesi (1818-1882), sin embargo esta escuela duró menos de una década.
En la década de 1880, la reacción general contra la occidentalización y el crecimiento del movimiento Nihonga (Kakuzō Okakura (1862-1913) y Ernest Fenollosa (1853-1908) son dos abanderados en esta causa) provocó la caída temporal del Yōga. La escuela tuvo que cerrar sus puertas en 1883, y cuando en 1887, se creó la Tokyo Bijutsu Gakko (precursora de la Universidad Nacional de Tokio de Bellas Artes y Música o Geidai) el departamento de pintura occidental directamente ya no figuraba en su currícula. Al año siguiente, Kakuzō Okakura fue nombrado director. Okakura fue miembro de la Comisión Imperial del Arte enviada por el gobierno a investigar el arte a Europa y Estados Unidos, pero en lugar de fascinarse con las producciones extranjeras, sintió una apreciación intensa por el arte asiatico y Japonés.
Pero la puja no iba a terminar ahí, y en 1889 los artistas Yōga crearon el Bijutsukai Meiji (Sociedad de Las Bellas Artes de Meiji) y en 1893, el regreso del pintor y profesor Seiki Kuroda (1866-1924), considerado el padre de Yōga, de sus estudios en Europa dio un nuevo impulso al género.
Cuando quedó claro que los métodos europeos iban a tener una importancia cada vez mayor en el plan de estudios de la escuela, Okakura renunció a su cargo y en contrapartida fundó la Nihon Bijutsuin (Academia de Artes Visuales de Japón), junto con otros 39 artistas, en donde pudieron desplegar su nacionalismo estético.
A partir de 1896, el departamento de Yōga es parte del de estudios de la Tokio Bijutsu Gakko, Seiki Kuroda fue invitado a ser su director y en adelante, el Yōga pasó a ser una parte aceptada de la pintura japonesa.
31 Sōgetsu: https://www.sogetsu.or.jp/e/works/
32Sōfū Teshigahara: https://www.takaishiigallery.com/en/archives/26602/
33Camille Henrot: https://mennour.com/exhibitions/is-it-possible-to-be-a-revolutionary-and-like-flowers
34Yukio Nakagawa: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-585-2003-01-19.html
35Galería Mizuma: https://mizuma-art.co.jp/en/
36Art Factory Jonanjima: https://www.artfactory-j.com/
37Kimiyo Mishima: https://mem-inc.jp/artists_e/mishima_e/ y un video de la exposición: https://www.youtube.com/watch?v=VIVOFgP4vCg
38Manami Hayasaki: www.manamihayasaki.com